Dejar de fumar - Experiencia personal
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- Escrito por: Suso
Dejar de fumar es posible. No esperes a que lo diga el médico, hazlo cuando sientas que el tabaco tuerce tu voluntad, lo vencerás, es una satisfacción, lo digo por experiencia personal.
Un cigarrillo de vez en cuando puede llegar a ser un placer, pero el hábito de fumar no tiene término medio, se fuma hasta esclavizarse o no se fuma. Lo mismo ocurre para dejar de fumar, que no tiene término medio, o se corta radicalmente o se fuma. La buena noticia es que si te propones dejar de fumar lo conseguirás.
Hay personas que fuman un cigarrillo esporádicamente. Las considero excluidas del hábito. No son fumadoras en sentido estricto, sino quemadoras ocasionales de tabaco. A ellas no se refiere este artículo.
Empezar a fumar
Empecé a fumar muy joven y estuve haciéndolo bastantes años. Por entonces se podía fumar en lugares públicos, incluidos autobuses, aviones y hospitales (algún galeno me atendió fumando). Recuerdo haber fumado como estudiante en alguna clase y en el cine. Donde no se podía fumar era un martirio, estar una hora sin fumar era insoportable. Había que salir a echar unas “caladas” con cualquier excusa.
Prefería tabaco rubio pero fumaba de todo: negro, rubio, con filtro, sin filtro, con menta, sin menta, puros, pipa, lo que cayera. Si en casa me quedaba sin tabaco tenía que salir por fuerza a comprar. Como término medio entre uno y dos paquetes diarios. Terminé convirtiéndome en una especie de marioneta del tabaco.
La cultura y las costumbres imperantes no ayudaban a dejar de fumar. Todo lo contrario, la TV anunciaba conocidas marcas de tabaco. Muchos deportes se relacionaban con el tabaco. El cigarrillo formaba parte de las mejores escenas de las películas. Y hasta se utilizaba como signo de virilidad.
Consecuencias del tabaco
Pero la realidad es otra, el hábito de fumar era una esclavitud, un gasto diario y encima un daño para el organismo a largo plazo.
Salir de esa situación es lo que alimentó y realimentó mi voluntad para dejar aquel mal hábito. Lo había intentando otras veces, pero no fueron decisiones suficientemente sólidas porque no superaba el par de días.
Dejar de fumar
En una ocasión tuve que estar varios días en un hospital con un hijo y me sentí tan ridículo y tan esclavo del tabaco, por tener que fumar a escondidas, que tomé una decisión definitiva. ¡Dejar de fumar!. Lo hice con tanta carga emocional que sabía que si no lo conseguía en aquella ocasión abrazaría el hábito de por vida.
Y un 25 de diciembre, Navidad, después de la cena de noche buena, inicié el reto. Los primeros días fueron los peores, pero pasó una semana, y dos, un mes, dos, un año, y poco a poco el deseo fue minorando hasta que acabó desapareciendo.
Sabía que me iba a costar. Para evitar tentaciones cambié las rutinas relacionadas con el tabaco (café, alcohol …) por otras que me mantuvieran ocupado (hacer ejercicio, beber agua, respirar hondo ...). Cuando sentía la necesidad de fumar respiraba profundamente, aquel exceso de oxígeno me calmaba las ansias, y pensaba en la satisfacción de liberarme del mal hábito.
Todas esas pequeñas ayudas no habrían sido suficientes por si solas sin el firme propósito de dejar de fumar. Lo importante era la decisión de liberarme de aquella esclavitud. El hábito se había convertido en una necesidad que me tenía doblegado y controlaba una buena parte de mis actos. Esa idea realimentaba la voluntad en los momentos más débiles. ¡Venceré al tabaco!.
Me iba poniendo metas temporales. Día a día se alcanza la primera semana sin fumar, después a por la siguiente, a por el primer mes, y así sucesivamente, realimentando los argumentos y superándote a ti mismo. ¡Eres capaz de esto y mucho más!. ¡No voy ceder!. Y según va pasando el tiempo te vas animando. Ir ganando pequeñas batallas hasta ganar la guerra.
Enseguida empecé a notar los buenos efectos. Fuera migrañas, el corazón bajó su ritmo cardíaco, me sentía mucho mejor; y, lo más importante, empezaba a sentirme liberado de las garras del tabaco, del control sobre una gran parte de la vida, de la lenta degradación física, de dependencia, del perjuicio económico y del daño a los que me rodeaban en el hogar, en los viajes, en el trabajo, etc.
Justificaba el hábito de fumar en que relaja. ¡No es cierto!. Simplemente satisfacía una necesidad que creó el propio tabaco con los productos químicos incorporados para enganchar. ¿Porqué no llevan las cajetillas su composición como otros productos?. Al parecer son más de 100 productos la mayoría tóxicos.
La actual prohibición de fumar en recintos públicos cerrados es buena para los no fumadores, pero también lo es para los fumadores, porque es otro refuerzo más para dejar el hábito.
Dicen los entendidos que el 95% de las personas que dejan de fumar lo hacen con el apoyo de grupos y que solo el 5% lo consiguen solos. Seguro que es bueno apoyarse en otros porque cuantos más factores estén favoreciendo tu decisión mejor. Pero no siempre hay un grupo al que incorporarse. También se puede hacer sólo.
Lo verdaderamente importante es la decisión firme de dejar de fumar con un argumento emocional fuerte y duradero para realimentar la voluntad. Cuanto más ayudas de refuerzo mejor, pero si no se tienen disponibles no hay que esperar. Marca una fecha para romper las cadenas y liberarse de esa esclavitud.
No lo dejes, construye una buena razón y cuanto antes mejor. Nada debe interponerse. No hay nada que perder y mucho que ganar. Muchas personas lo consiguen. Después disfrutarás de la gran satisfacción de haberlo conseguido, te sentirás liberado de esa esclavitud y te encontrarás inmensamente mejor. Pasados los años ni te acuerdas.