Es necesario regenerar el sistema sindical español, haciéndolo independiente y transparente, para recuperar la credibilidad de los ciudadanos.

Los sindicatos españoles más representativos carecen de la confianza de los ciudadanos; se les reprocha escasa representación, vivir de la subvención, opacidad financiera, ideas obsoletas, modelo ideológico utópico y poco o nada pragmático.

Es necesario regenerar el sistema sindical español, haciéndolo independiente y transparente, para recuperar la credibilidad de los ciudadanos y sean verdaderamente beneficiosos.

El papel de los sindicatos en la consolidación de los derechos sociales en los siglos XIX y XX ha sido indiscutible, y su rol como agentes sociales en defensa de los trabajadores es reconocido y valorado en las sociedades democráticas avanzadas. Aunque los últimos informes de la Comisión Europea indican que la afiliación sindical ha ido disminuyendo en Europa en los últimos veinte años y de manera más acusada desde el inicio de la crisis en 2007.

No obstante, los expertos señalan que modelos como el escandinavo continúan en auge y son un paradigma para los países mediterráneos. Respecto a los sindicatos españoles se considera necesaria su regeneración haciéndolos más independientes y transparentes.

En España los sindicatos han sembrado la desconfianza en los ciudadanos. Además de su escasa representación se les reprocha que se han acomodado en la subvención, secretismo financiero y, como señalan algunos expertos, tienen ideas obsoletas, un modelo ideológico ya superado y utópico. A ello habría que añadir el ”olvido sindical” de los actuales 6.000.000 de parados.

Cada día se ve más necesaria una renovación del sistema, con formulas que favorezcan la independencia económica y política de los sindicatos, sobre todo los "más representativos"; aunque mucho me temo que mientras se mantenga la carga ideológica y de confrontación será difícil mejorar la afiliación.

En los países donde los sindicatos se financian con subvenciones del Estado, como Francia, Italia o España, se tiende a una mayor politización, al oscurantismo financiero y a ser permisivos con los gobiernos. En países donde los sindicatos se financian con los servicios que prestan y con las cuotas de los afiliados, como Países Nórdicos, Gran Bretaña o Alemania, se observa menor ideologización, mayor transparencia y más independencia política.

Miquel Á. Falguera, Magistrado del TSJ de Cataluña, considera que nuestro modelo de libertad sindical incentiva la no afiliación sindical porque los convenios colectivos se aplican por igual a quien cotiza y quien no, mientras que en otros países al no afiliado no se le aplica el convenio, quedando el trabajador totalmente indefenso si no se une a la organización que represente sus intereses.

Pero la ley española otorga al sindicato la representatividad de todos los trabajadores afectados en los convenios, reestructuraciones (ERES), etc. Estos procesos tienen evidentes costes para los sindicatos y de su resultado se benefician afiliados y no afiliados. ¿Para qué pagar una cuota si defienden igualmente mis intereses?.

Ante la situación descrita el Magistrado Falguera señala cuatro posibles escenarios:

  • Seguir igual que hasta ahora.
  • Cobrar al no afiliado el asesoramiento.
  • Que el Estado subvencione el coste añadido del modelo de representatividad universal.
  • Cambiar el modelo.
  • Seguir igual que hasta ahora e ir capeando el temporal.

Seguir igual que hasta ahora irá a peor porque cada vez se hace más evidente la descompensación de fuerzas entre los recursos técnicos empresariales y los sindicales, que coloca a los sindicatos en una situación de inferioridad técnica para hacer propuestas y análisis de calidad respecto al empleador.

Cobrar al no afiliado por los servicios del sindicato resulta muy problemático. El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado en el sentido de que no se puede obligar al no afiliado a pagar por los servicios del sindicato. STC 98/1985.

Que el Estado subvencione el coste del modelo de representatividad universal, pero regulado por una Ley específica para dar transparencia a las aportaciones públicas. En este caso el sindicato pierde independencia quedando el ejercicio de la representatividad al albur del partido gobernante.

Cambiar el modelo para privilegiar la afiliación. Cualquier medida que haga más rentable al trabajador estar afiliado. Sólo entonces crecerán las cuotas y los recursos, y el sindicato podrá centrar su acción en la defensa de sus afiliados.

Puestas así las cosas parece claro que urge la regeneración del sistema sindical español para recuperar la credibilidad de los ciudadanos. Es imprescindible erradicar el ocultismo financiero de los sindicatos y revisar el sistema para favorecer la afiliación libre.

Recordamos a los dirigentes sindicales que acompañaban a la Canciller Alemana en la reciente visita a España quienes declararon públicamente que la financiación autónoma les facilita independencia respecto a partidos, empresas y gobiernos.

Personalmente no abrigo esperanza de cambio. ¡Ojalá me equivoque!.

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